EL ENCUENTRO DE JOE SIMONTON: PLATILLOS VOLANTES, TURISTAS ITALIANOS Y GALLETAS COSMICAS...
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A poco que nos
esforcemos, encontraremos en cualquier listado de encuentros cercanos con OVNIs
del mundo, incidentes que desafían la razón y parecen producto de una
"mente" desquiciada. Pues la mayoría de los casos contienen elementos
cuya única finalidad, parece ser, es restar credibilidad a la propia experiencia
y que ésta no sea creída por un amplio sector de la población y que incluso sea
tomada como una broma. Tampoco parece lógico que un presunto testigo que
"invente" un episodio de encuentro con un OVNI (para engañar a la
prensa, por ejemplo), imagine detalles absurdos e ilógicos que hacen que su caso
pierda credibilidad. ¿Quien haría esto para tomar el pelo a la gente?. Por
tanto si buscamos la raíz de estos componentes absurdos e incoherentes
probablemente hallemos un fenómeno que he denominado Distorsión. Cuando se
produce un encuentro cercano, las entidades conforman parte del
"atrezzo" (escenario, actores, etc) de su representación ante los
ojos del testigo, con material psíquico extraído de la propia mente del
observador. Es algo parecido a los sueños, donde lo lógico y lo absurdo se dan
la mano y no nos percatamos de ello. Cuando dormimos nuestra mente representa escenas
"vívidas", muchas de ellas incoherentes, pero en esos momentos son
aceptadas como "normales". Sin embargo, cuando despertamos,
comprobamos lo absurdo de muchos planteamientos de nuestro reciente sueño. Algo
parecido ocurre con los encuentros cercanos y con muchas experiencias OVNIs, el
"agente externo" que los provoca utiliza un lenguaje
"onírico", basado en imágenes y sensaciones que escapa de la razón
cartesiana, pero que en planteamiento, desarrollo y objetivo es muy similar a
la de nuestros sueños, transmitir un "mensaje" encubierto.
Cuando el agente
externo se manifiesta en nuestra realidad, provoca deliberadamente una
distorsión de nuestra normal percepción, auxiliado por nuestro "banco de
datos" inconsciente. El agente externo consigue prácticamente (como los
sueños) que las experiencias sean intransferibles y muy personales. Aun
compartiendo rasgos en común (los avistamientos OVNIs), el dato destacado de
los encuentros cercanos es su carácter individualista y personal. Parece que
hay un extraterrestre y un "platillo volador" distinto para cada
testigo.
Veamos un
ejemplo de lo que hablamos.
El 18 de abril
de 1961, en Eagle River (Wisconsin), Joe Simonton de 60 años, que vivía solo,
en una granja en las afueras de la ciudad, tuvo un encuentro muy singular con
unos particulares "extraterrestres cocineros". Sobre las 11:00 horas
de la mañana, Simonton desayunaba plácidamente cuando escuchó un extraño ruido
parecido "al de un neumático con
protuberancias sobre un pavimento húmedo". Inmediatamente, a través de
la ventana, el testigo observa el aterrizaje de un objeto metálico en su patio.
Se trata de un artefacto cromado, extremadamente brillante, de 9 metros de diámetro y 3,5 metros de altura.
Tenía forma de dos tazones invertidos y tenía "tubos de escape" por
toda su periferia central. El objeto no llegó a tocar el suelo y se mantenía
flotando a escasos centímetros del mismo.
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Joe Simonton en el lugar donde aterrizó la aeronave. La imagen fue tomada desde la ventana de su domicilio. |
El testigo se aproximo al artefacto y, de pronto, se abrió una compuerta. En el interior del OVNI, Simonton observó a 3
tripulantes de tez oscura, pelo negro y de entre 25 a 30 años de edad. Tenían
una altura de 1,5 metros,
y con un peso de unos 56 kilos. Usaban trajes negros o azul marino, con camisa de
cuello de tortuga y cascos de tela. Simontón dijo a la prensa que estaban bien
afeitados y que parecían "de ascendencia italiana". Uno de los
ocupantes le entregó al testigo una jarra "metálica" con dos asas que
parecía estar hecha del mismo material que la nave, indicándole con gestos que
necesitaban agua para beber. Para ello el humanoide se llevaba la jarra a la
boca imitando que bebía de ella. Como buen anfitrión, Simonton accedió a la
petición y fue a llenar la jarra de agua, que pesaba mas que el aluminio y
menos que el acero, a su casa. El testigo dijo que: "era una cosa hermosa,
una jarra termo como una botella pero muy diferente a cualquier jarra que he
visto aquí". Al volver, observó que en el interior del artefacto, había un
tripulante ocupado en una parrilla de cocina, haciendo "galletas"
(nuestros colegas anglosajones utilizan el termino pancakes, aunque en realidad
era una especie de "tortita"). No vio fuego en la parrilla.
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Uno de los humanoides entregó a Simonton una jarra metálica para que la llenara de agua... |
Cuando le
entregó la jarra Simonton tuvo que apoyarse en el objeto. El interior del
artefacto era de color negro mate y había 3 "tableros de instrumentos"
parecidos al hierro forjado. El testigo dice que escucha un suave ruido
parecido al de un generador eléctrico. Simonton, con gestos, pidió galletas a
los "italianos". El "cocinero" que tenia rayas rojas en los
pantalones, le entrego 4 galletas, aún calientes, de unos 7,5 centímetros de
diámetro, con pequeños orificios. Éste humanoide le tocó ligeramente la frente
a Simonton en un gesto de agradecimiento por su colaboración, o al menos asi
lo interpretó el testigo. "Por
último, –escribe Jacques Vallée en su libro Pasaporte a Magonia- el individuo más próximo al testigo aseguró
una especie de cinturón a un gancho que llevaba a su traje y cerró tan
perfectamente la escotilla que a Simonton le costó trabajo distinguir su
contorno".
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La famosa "galleta" |
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Los análisis efectuados sobre una de las galletas no determinaron nada anómalo |
Inmediatamente la maquina se elevó, en un ángulo de 45
grados, a 6 metros
de altura sobre el suelo y se alejó a gran velocidad hacia el sur, provocando
que las copas de unos pinos cercanos se doblaran, pero sin provocar ningún tipo
de rastro visible sobre ellos. La experiencia duró 5 minutos. Simonton comió
una de las galletas en aras de la ciencia, y dijo a los periodistas que
"sabía a cartón". En la revista Flying Saucer Review (1962) así como
en una entrevista para televisión, Joe Simonton dijo que los seres poseían una
mirada muy profunda, penetrante, y que no podía mirarlos mucho tiempo
directamente a los ojos. Éste detalle de la "mirada profunda" es
sustancial (para la "veracidad" de la experiencia) ya que
posteriormente sería un referente en muchos encuentros cercanos registrados en el
mundo, sobre todo en los episodios de abducción. Simonton entrego una de las
galletas al juez del condado de Vilas, Frank Carter, que era un declarado
entusiasta de los OVNIs y miembro del NICAP (National Investigations Committee
on Aerial Phenomena), pero al parecer la famosa agrupación no tomó demasiado en
serio el asunto.
El policía
Schroeder, que conocía a Simonton desde hacía 15 años, afirmó que:
"obviamente creía en la verdad de lo que decía". La USAF investigó el asunto,
analizando una de las galletas en el "US Departament of Health, Education
and Wefare´s Food and Drug Laboratory". El resultado; "Grasa hidrogenada, almidón, trigo sarraceno, soja y salvado de
trigo. Las bacterias y las lecturas de radiación eran normales para este
material. Química, infrarrojo y otros ensayos de tipo destructivo se ejecutan
en este material... un pancake ordinario de origen terrestre".
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En el lugar del supuesto encuentro no se encontraron ningún tipo de evidencias... |
Aunque Loren
Coleman señalaba en un articulo titulado "High Strangeness: Space
Pancakes" que el investigador Ray Rath indicaba que: "Se rumorea, sin embargo, que el trigo en el pancake era de un
tipo desconocido." En el informe de la USAF se especificaba que Joe Simonton: "responde a las preguntas directamente,
no se contradice, insistió en que los hechos son exactamente como él dijo y se
negó a aceptar los adornos o modificaciones. Dijo que estaba seguro de que no
le creerían, pero que no le importaba. Dijo simplemente que sucedió esto y eso
fue todo". Ademas indicaba que el suceso no tenía explicación. Por su
parte el investigador John Keel en su libro OVNI: Operación Caballo de Troya
comentaba que: "Alrededor de ese
mismo tiempo, un agente de seguros llamado Borgo Savino estaba conduciendo a lo
largo de la carretera 70, a
unos 600 metros
de la granja de Simonton, cuando vio lo que más tarde describió como un
platillo que se elevó en diagonal en el aire y volaba paralelo a la
carretera".
Un detalle
interesante del análisis practicado a la galleta indicaba que no contenía sal.
Jacques Vallee, en su magnifico libro Pasaporte a Magonia, comparaba este
"regalo culinario" con los alimentos de las hadas que no debían
contener sal. El Dr. Joseph Allen Hynek, junto al mayor Robert Friend, aseguró
que el testigo decía la verdad, pero que todo era producto de una
"ensoñación" lucida mientras se preparaba el desayuno. Simontón se
arrepintió de contar su experiencia al público, sufrió continuas burlas y
bromas de sus vecinos y de la prensa.
El paradero de
las misteriosas galletas: 1.- Ingerida por Simonton. 2.- Entregada al NICAP.
3.- Entregada a la USAF
(Expuesta en la Base
de la Fuerza Aérea
Wright-Patterson). 4.- En poder del propio Simonton (Aunque al parecer ésta
ultima acabó en manos del investigador Barry Greenwood).
SOBRE "SUEÑOS LUCIDOS",
GALLETAS Y ENCUENTROS CERCANOS
Estoy de
acuerdo, en parte, con el planteamiento del Dr. Hynek al afirmar que el testigo
tuvo una "experiencia cercana al estado onírico", pero indudablemente
su encuentro tenia un carácter "físico", "real" y tangible,
originado por un "agente externo" a la mente de Simonton.
La psique del
testigo sirve para añadir (sumar) elementos cotidianos al supuesto aterrizaje
de un OVNI. Resulta especialmente extraño que una nave espacial tenga una
parrilla para cocinar, además de estar tripulada por "turistas
italianos" que regalan galletas y tienen jarras de agua.
Sin duda todos
estos aspectos, son el resultado de un complejo fenómeno de distorsión, que
surge de la unión de la mente de Simonton y el "agente externo". Es
recurrente, que en multitud de incidentes con los tripulantes de los platillos
volantes, éstos pidan agua a los sorprendidos testigos. De alguna forma este
"arquetipo" tranquiliza a los observadores que dentro de un contexto
extraordinario son capeces de reconocer comportamientos, objetos y acciones
completamente mundanos. Por ejemplo, Simontón había trabajado de fontanero, y
es muy "sospechoso" que el OVNI estuviera rodeado de tubos. Además, el
artefacto mas bien parecía un "remolque" donde preparan comidas
rápidas, tan habituales en los Estados Unidos, que una nave espacial…
Si los sueños
normales suelen tener aspectos y elementos inexplicables, absurdos y difíciles
de entender, hay que imaginar el resultado de la unión del inconsciente de un testigo
y la manipulación de un agente desconocido en naturaleza y propósito, que
incluso tiene capacidad de crear materia.
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Resulta cuanto menos sospechoso, que un fontanero, observara multitud de "tubos" en la periferia del OVNI... De nuevo queda patente que el inconsciente del testigo contribuye en la elaboración de un encuentro OVNI. Además se da la circunstancia que tanto Simonton, como los tripulantes del artefacto se encontraban desayunando... |
Cuando se
produjo el aterrizaje OVNI de Eagle River, el "agente externo"
sintonizó el inconsciente de Simonton, y éste seguramente hubiera deseado un
encuentro con gente normal, hospitalaria, que cocina en su nave espacial
galletas para desayunar como cualquier vecino. Este mismo detalle (galletas),
sustancial en la experiencia, imposibilita que mucha gente crea en el
testimonio de Simonton. Las risas y la incredulidad están garantizadas.
Por tanto, la
"distorsión" conlleva asociada una inherente capacidad de absurdo e
imaginario imposible (seña de identidad de muchos encuentros con OVNIs) que
permite que el fenómeno se mueva entre lo real y lo extraordinario, entre la
vigilia y el sueño. Las galletas no tenían nada de especial, en tanto y cuanto
todo se produce a nivel de nuestro universo conocido y privativo. Pero sin
embargo, analizando en su verdadero interior nos daremos cuenta que son producto (las
galletas) de una distorsión de nuestra realidad y que conlleva, junto a sus
ingredientes mundanos, un mensaje subliminal mas importante y trascendente. Un
mensaje que, aún, no sabemos descodificar.
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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