EL ENCUENTRO CERCANO DE WILFREDO AREVALO ¿FRAUDE O DISTORSION?
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Uno de los
incidentes OVNIs mas tempranos ocurridos en tierras sudamericanas, fue
protagonizado, al parecer, por un terrateniente argentino llamado Wilfredo H. Arevalo,
el 18 de marzo de 1950. El diario “La
Razón” recogía, el 13 de abril, en sus páginas una extensa y
esclarecedora misiva del testigo (única prueba de su avistamiento), donde
exponía detalladamente los pormenores de su insólita experiencia:
"El sábado 18 de Marzo de 1950 -escribía Wilfredo- a las 18:30 horas y encontrándome guiando mi camioneta a 32 kilómetros del
Lago Argentino por la ruta que lo une con la localidad de Comandante Luis
Piedrabuena, en la gobernación de Santa Cruz, donde poseo mi campo y comercio
con lanas y cueros, y hallándome en viaje de regreso de Comandante Piedrabuena,
divisé de pronto en el cielo despejado y proveniente del Sudeste a fantástica
velocidad dos puntos luminosos que describiendo amplios círculos se aproximaban
a tierra. Creí en un principio que fuesen estrellas fugaces, pues estaba
anocheciendo y eso podía ser común, pero repentinamente una de esas luces tomó
vertiginosa altura y quedó fija en el espacio. La otra comenzó a describir
círculos pronunciados cada vez a menor altura hasta que se posó suavemente en
tierra tres kilómetros delante de mí, en el campo de pastoreo de La Blanqueada, en el
camino del lago. A pesar de la distancia pude darme cuenta realmente de que se
trataba de una máquina circular sumamente blanca y fosforescente, de la que surgía
por la parte posterior un humo azulado, sumamente luminoso y denso. Puse en
marcha mi camioneta acercándome prudentemente, pues pensé que tal vez se
trataba de algún avión a chorro de nuestra Aeronáutica Militar que se hubiese
accidentado. Detuve mi vehículo a 150 metros de distancia de aquella máquina
plateada que brillaba intensamente entre los pastos altos, pues allí, sumamente
impresionado, me di cuenta de que aquello no era un avión sino una cosa rara,
sumamente curiosa, de la que se evadía un denso vapor verdoso azulado, que olía
fuertemente a benzol quemado.
La máquina circular tenía un gran plano giratorio que
rotaba constantemente a modo de un disco de vitrola. Su estructura parecía ser
de aluminio o de algún otro metal muy liviano, y era extrañamente
fosforescente. En su parte media estaba situada una amplia cabina de vidrio o
algo semejante, en forma de bóveda, de una transparencia y claridad
deslumbrante. En su interior se movían cuatro hombres sumamente altos y
esbeltos, vestidos con ropas blancas, ajustadas estrechamente a sus cuerpos.
Aquellas figuras debían tener dos metros por lo menos de estatura, calculando
que el diámetro de la cabina fuese de 8 y el del plano giratorio de 15 metros. Los
tripulantes de la máquina parecían tener sus cuerpos envueltos en algo así como
fundas de papel celofán, pues sus figuras brillaban de un modo rarísimo. Sus
rostros eran sumamente pálidos, casi del color blanco puro. Sus demás
proporciones eran normales y hasta gallardas. Resplandecían envueltos en aquellas
especies de fundas de celofán y creo que alcanzaron a descubrirme, pues de
pronto me iluminaron en forma enceguecedora y me observaron así por un buen
rato. La intensa luminosidad de la bóveda transparente en la que se movían
aquellos hombres altos me impidieron ver perfectamente los objetos también
blancos de que se servían, pero a pesar de ello, creí notar dos especies de
espejos o lentes de cámaras que giraban y se movían continuamente, y cantidad
de aparatos semejantes a los que usan los dentistas, en los que creí ver
cantidad de instrumentos semejantes a los que se usan en los tableros de los
aviones. A pesar de lo curioso del espectáculo, iba a intentar acercarme más a
ellos para verificar de quiénes se trataba o si habiendo sufrido algún percance
necesitaran de algún auxilio que les pudiese hacer llegar. En ese instante la
chata máquina giró velozmente sobre su eje y colocándose frente a mí, me
deslumbró con una fuertísima luz azulada que pareció surgir de una especie de
cámaras colocadas en su parte delantera. Repentinamente la máquina comenzó a
expeler humo azul intenso y una llama verde-rojiza por su parte posterior y se
elevó como impelida por un trampolín hacia arriba, emitiendo un suave zumbido y
en segundos se convirtió otra vez en un punto luminoso.
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La supuesta carta de Wilfredo Arévalo fue publicada en el periódico La Razón. |
En ese preciso momento el otro disco luminoso que
estaba detenido en el espacio se puso en movimiento y en pocos segundos más las
dos luces se alejaron a impresionante velocidad con rumbo noroeste hacia la
frontera con Chile, dejando tras de sí una estela azulada que iluminó vivamente
los campos.
Me alejé impresionado de allí y a todo motor llegué a
mi casa del Lago Argentino, donde pasé ese día bajo la impresión de lo que
había visto.
Al día siguiente, con dos peones a caballo recorrí el
campo sobre el que se había posado aquel disco luminoso, pero solamente pude
hallar indicios de aquel aterrizaje en algunos pastos quebrados y chamuscados.
Yo no creo en marcianos ni en helenitas. Creo en el
hombre de este mundo y sólo a él le temo, pero es muy difícil sobreponerse a la
certeza que ahora me domina de que aquellos seres y aquella máquina rarísima,
por todo lo extraño que hallé en ambos, no tiene sus bases de operaciones en
nuestra tierra.
Añado un tosco dibujo que trata en lo posible de hacer
ver las formas de aquella máquina, para que tengan una idea aproximada de lo
que he visto. No pretendo ser el primer hombre que haya visto a través de una
cabina a los tripulantes de un "plato volador", pero estoy seguro de
lo que he visto. Tampoco pretendo brindar una sensacional noticia, ni deseo
publicidad, ni la menor alteración de mi tranquilidad, por eso no doy la
dirección de mi alojamiento; pero sí me presentaré a las autoridades militares
de Aeronáutica para que este curioso hecho sea investigado y se dé la necesaria
explicación o aclaración de qué era aquel objeto que con toda impunidad
"aterrizó" en nuestro territorio.
En el lago Argentino quedan hombres que también vieron
el 18 de marzo, desde la distancia, descender aquella "luz voladora".
Ellos son el mejor testimonio de ese suceso.
Sin más que haber querido proporcionar un detalle
interesante sobre estos curiosos artefactos que cruzan libremente los cielos
del mundo, los saludo con mi mayor atención.”
LA
SOMBRA DE LA DUDA
Y hasta aquí, inexplicablemente, llegan los
datos conocidos sobre este interesante caso, ya que a parte de la misiva publicada
por el periódico, nada mas se supo del supuesto testigo, Wilfredo H. Arevalo, y
ninguna otra investigación fue conducida para dar con el paradero de este hacendado
de Santa Cruz.
Quizás la premura del incidente en el tiempo,
1950, hizo qué, al no existir muchos investigadores o aficionados a los
“platillos volantes” en Argentina, nadie se desplazara hasta la zona para
conocer de primera mano el testimonio de Wilfredo. Aunque resulta extraño, que
en años posteriores, en la década de los sesenta o setenta, no se haya
efectuado ninguna re-encuesta del caso para poder obtener mayor información
sobre este extraordinario encuentro cercano, con todos los datos disponibles
sobre el mismo. Por lo que la sombra de la duda siempre ha rodeado este espectacular
avistamiento. El investigador argentino Roberto Banchs en un articulo
denominado; “La Peonza
Voladora del Lago Argentino” afirma en este sentido que; “El ufólogo Eduardo Azcuy -quién dedicó
varios artículos al suceso-, tampoco conoció al testigo, pero según le
comentaron, Pedro Larralde (Secretario de Redacción de la Razón, y destinatario
original de la supuesta carta) habría
tenido la posibilidad de verlo “tiempo después”. En otra ocasión, Fabio Zerpa nos dijo que exhibiendo un espectáculo en
Bahía Blanca se le acercó alguien manifestando ser el hijo de Wilfredo Arévalo
y mantuvo un breve diálogo. Nada más. No obstante, en un pasaje de su revista (Cuarta
Dimensión), agrega haber entrevistado no
sólo a su hijo, sino también al padre. Lamentablemente, tampoco aporta una comprobación
fehaciente de la pretendida identidad de los citados, ni detalle alguno”.
Pero existen aun, mayores incógnitas desconcertantes en torno a la experiencia
del misterioso Wilfredo Arevalo…
LA
CONEXIÓN ALEMANA; DE PROTOTIPOS NAZIS A UNA
DISTORSION DESCONOCIDA
El suceso reúne
características muy comunes e interesantes que encontramos en la mayoría de los
encuentros cercanos recogidos en el mundo, la mezcolanza de elementos extraños
con detalles mundanos que podrían ser achacados a aeronaves humanas. Por
ejemplo Wilfredo describe algunos aspectos sumamente curiosos cuando describe
el artefacto y sus altos ocupantes:“una
máquina circular sumamente blanca y
fosforescente”(…)“Los tripulantes de la máquina parecían tener sus cuerpos
envueltos en algo así como fundas de papel celofán, pues sus figuras brillaban
de un modo rarísimo. Sus rostros eran sumamente pálidos, casi del color blanco
puro” y por otro lado, lo que podría interpretarse como un “vulgar” tubo de
escape “incrustado” en una nave espacial con llamas y todo; “por la parte posterior un humo azulado,
sumamente luminoso y denso”… “se evadía un denso vapor verdoso azulado, que olía
fuertemente a benzol quemado”….
Pero lo mas
curioso del presente incidente es la forma del OVNI observado por Wilfredo, que
se asemeja extraordinariamente a un prototipo diseñado por el ingeniero germano
Rudolf Schriever en 1942 y conocido como
la “peonza volante”. Pero las coincidencias van más allá. El 30 de marzo de
1950, dias antes de la publicación de la carta de Wilfredo, el periódico alemán
Der Spielgel divulgaba un sensacional articulo titulado "Untertassen-Flieger
Kombination" dedicado al misterio de los "platillos voladores,"
donde el propio Schriever comentaba su trabajo para la Luftwaffe, para
conseguir un “avión giroscópico” de despegue vertical.
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Prototipo ideado por Schriever, como se aprecia en el dibujo la semejanza con el OVNI de Wilfredo Arévalo es evidente, incluso ambos diseños tienen acotadas las medidas de forma similar. |
La semejanza de su
prototipo con los recién observados “platillos voladores” por medio mundo,
hicieron creer a Schriever que se trataba de su ingenio volador desarrollado,
en secreto, por las tropas aliadas. Según el ingeniero su innovador “avión” era
de metal y constaba de tres partes; la parte superior era el puesto de mando,
la base contenía el motor y la ultima parte eran las “cuchillas giratorias” de 3 metros de largo, que
rodeaban la maquina, todo el conjunto tenía 3´60 de diámetro por 3´20 de altura.
La zona circular formada por las “cuchillas” tenía un diámetro de 14´40 metros.
En la parte inferior el objeto tenía tres toberas y los depósitos de
combustible. En palabras de Schriever; "los
chorros del disco llevan a girar a través de los gases de combustión y crea la
impresión de una rueda de fuego”.
Pero no terminan
aquí las casualidades. El 13 de abril de 1950, coincidiendo con la divulgación
al público de la carta de Wilfredo H. Arevalo en “La Razón, el periódico alemán
Wochenend, publicaba otro reportaje relacionado con los prototipos nazis. En
esta ocasión el ingeniero Carl Wagner dijo que había visto en 1938 los bocetos
de una revolucionaria aeronave, mitad helicóptero y mitad avión de alas
circulares. Al igual que el anterior reportaje, en las páginas del diario podía
observarse un dibujo de la citado “avión”. El artefacto se componía de una
cabina ovoide sobre la que giraba un anillo exterior, formado por “aletas”
propulsadas por motores a reacción.
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Diseño de la aeronave observada por Carl Wagner |
4 días antes, el 9 de abril de 1950, el
semanario "Die Strasse" en Hamburgo, publicó un artículo sobre
aeronaves no convencionales desarrolladas en la
II Guerra Mundial, acompañado de una ilustración de un “futurista” helicóptero
diseñado por el ingeniero Kurt Schnittke.
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Diseño de Kurth Schnittke
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Los periódicos germanos se ocuparon de plasmar en sus páginas los supuestos prototipos nazis. Estas ilustraciones corresponden al diario Heim Und Welt, del 2 de abril de 1950. De forma "paradójica" estas publicaciones coinciden en el tiempo con el avistamiento de Wilfredo Arévalo... |
Por si fuera
poco, 7 años antes, en 1943 una publicación de ciencia ficción muy conocida en
Estados Unidos, “Amazing Stories” había publicado un dibujo de una nave
voladora cuya apariencia es muy similar al platillo volador observado por
Wilfredo Arevalo.
Ateniéndonos a
todos estos datos, el encuentro cercano argentino ofrece, ahora, una doble lectura
ante nuestros ojos.
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Ilustración de 1943 aparecida en Amazing Stories. Al margen o no, de su vinculación con el incidente del Wilfredo Arévalo, queda patente que la idea de platillos voladores estaba en el inconsciente colectivo, mucho antes del episodio de Kenneth Arnold en 1947. |
No puede descartarse que un espabilado redactor
de “La Razón” inventara la historia de Wilfredo conociendo ya las publicaciones europeas sobre
las aeronaves desarrolladas por los ingenieros alemanes y su posible
vinculación con los platillos volantes (recordar que aunque el caso está
fechado el 18 de marzo no se publica hasta el 13 de abril). Por tanto todo pudo
ser producto de una invención en una mesa de redacción del periódico. Apoyando
esta tesis, resulta particularmente sospechoso que la esplendida y detallada
ilustración que acompaña el texto de la supuesta misiva, con una leyenda que
dice; “Este es el dibujo con que el señor
Wilfredo Arévalo acompaña su carta cuyo texto reproducimos por considerarlo de
suma importancia”, se pueda adjudicar simplemente a las hábiles manos del testigo,
si no mas bien a un experimentado ilustrador del diario, que incluso, reprodujo
las medidas del objeto con cierto parecido a los diseños de Schriever publicados por los periódicos germanos.
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Supuesto esquema realizado por Wilfredo Arévalo. Su similitud con el prototipo de Schriever es mas que notable.
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Comparativa del OVNI de Wilfredo con los prototipos alemanes y la ilustración norteamericana de ciencia ficción. |
¿O quizás, no se trato de un fraude?. Si creemos en
el testimonio de Zerpa y Larralde (que aseguran que el testigo existe) probablemente nos encontramos ante una nueva evidencia
del fenómeno de la distorsión, patente en otros episodios OVNIs analizados en
este mismo blog. No cabe duda que los elementos puestos en escena en
Argentina ya estaban “almacenados” en la mente colectiva y que éstos pudieron
ser utilizados, por un agente externo desconocido en sintonía con la mente del
testigo, para configurar (crear) el avistamiento de un artefacto muy similar a
los artefactos esbozados por los ingenieros nazis. Además la constante, referida
por cientos de testigos, sobre los misteriosos “rayos de luz” emitidos desde
los platillos volantes, es uno de los elementos recurrentes y omnipresentes, mas
utilizados por el “agente externo” (que es el causante de estas experiencias)
para dejar patente su presencia en estas anómalas y desconcertantes vivencias.
Tampoco podemos
olvidar, para terminar, que Wilfredo es un nombre de procedencia alemana, que
añade aún mayor confusión y enredo al asunto…
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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