LO QUE NUNCA SE CONTO DE LA ABDUCCION DE JULIO F.
El incidente de
Julio F. es uno de los episodios de supuesta abducción alienígena mas conocidos
y divulgados de nuestro país. Desde que el decano de los ufólogos españoles,
Antonio Ribera, lo incluyera en su clásica obra “Secuestrados por
extraterrestres” (1981), dicho episodio pasó a convertirse en un referente con
mayúsculas de este tipo de experiencias de encuentros cercanos, de las que por
cierto, no existen demasiadas documentadas en España. De hecho lo más sorprendente
de este caso, cuyo contenido fue “rescatado” mediante la hipnosis, fue la
ingente cantidad de detalles que pudo aportar el testigo. Incluso Ribera no
vacilaba en señalar en sus libros y reportajes que “el de Julio F. es uno de los casos de abducción mejor investigados del
mundo”.
Sin embargo
nuevas investigaciones conducidas 35 años después por el autor del reportaje han
dado un inesperado giro a un icono de la literatura ufológica hispana y
europea…
Pero antes de
profundizar en estas nuevas pesquisas es obligado hacer un breve repaso del supuesto
secuestro alienígena de Julio F..
EL CAZADOR “CAZADO”
La madrugada del
domingo 5 de febrero, de 1978, Julio F. de 30 años, decidió salir de caza
acompañado de su fiel perro Mus, un pointer inglés, a una zona cercana al
pueblo de Casavieja en la provincia de Ávila. Sin embargo obedeciendo a un “impulso”
desconocido, en esos momentos, decide cambiar su ruta y se dirige hacia
Medinaceli, dentro de los límites de la misma provincia. Por el camino ocurre un hecho tremendamente
singular. Sobre las 4:30 horas, Julio F. percibe una “extraña voz”, que se
superpone a la música que escucha en el radiocassete de su vehículo, que le
indica que se detenga en un determinado hostal de carretera.
En aquella
cafetería (Hostal 113) el testigo es atendido por un camarero de 1´90 metros de
altura, de pelo rubio, que al testigo le parece más bien una peluca, y utilizando
unos guantes amarillos de goma. El recinto tiene un fuerte olor a pino y
mientras que nuestro protagonista permanece allí nadie más entra en el local. El
camarero le sugiere un lugar de caza “pasada la carretera de Soria”. Antes de
las 6:00 horas Julio enfiló el camino para el lugar señalado, pero en un carril
su Seat 127, se detiene misteriosamente. Todo el sistema eléctrico del coche
dejó de funcionar. Incluso su reloj de pulsera quedó paralizado. Malhumorado
salió del vehículo para ver que es lo que fallaba, entonces su perro comenzó a
mostrarse muy inquieto. Armado con su escopeta Julio F. observa como unas
sombras se acercan. Las siluetas tienen un ligero resplandor que se difumina al
acercarse al testigo. Al aproximarse
comprueba que se trata de dos humanoides muy altos, de unos 2 metros de altura, de
complexión atlética que visten unos trajes ajustados de color verde pastel.
Sobre las cabezas llevaban una especie de capucha de color amarillo que les
dejaba el rostro al descubierto. Sus cráneos eran enormes, así como sus ojos
redondos y azules. Tenían la piel pálida, sin bello, con una barbilla
inusualmente puntiaguda y la nariz recta. Sus manos tenían los dedos muy
largos, cosa que distinguió perfectamente a través de los guantes amarillos que
portaban. Julio no sintió miedo e incluso tranquilizó a su perro para que no
les atacara. Desde un primer momento, aseguro a los investigadores bajo
hipnosis, que no sintió temor alguno ante su presencia y supo que procedían de
otro mundo. Con extremada amabilidad le pidieron que les acompañara y el
testigo notó que la voz resonaba en su mente. “Se comunicaban conmigo mediante imágenes semejantes a diapositivas,
que yo sentía, más que veía. Ellos también podían leer mis pensamientos. Me
miraban fijamente a los ojos con una mirada penetrante y tranquilizadora”
describió el testigo a los investigadores, tal y como recogió Ribera en su
libro “Secuestrados por extraterrestres”.
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Objeto observado por Julio F. Según la descripción del testigo el disco era de grandes proporciones. |
Tras andar unos metros, Julio se sorprende al
ver un enorme disco de color plata mate, de unos 70 metros diámetro,
flotando a escasos metros del suelo en total silencio. Conducido a su interior
gracias a un “ascensor” que se hallaba en el centro del aparato, Julio F. es trasladado
hacia la cabina central, donde observa distintos paneles con aspecto de
“computadoras”, pantallas transparentes, sillas en forma de V y una “camilla”. “El techo era abovedado. El suelo parecía de
cristal liso, totalmente pulido y luminiscente. En todo el interior del
platillo reinaba una intensa luz blanca que no procedía de foco alguno, sino
que parecía emanar de todas partes. Allí adentro no se proyectaba sombra
alguna. En el centro había una especia de consola, con una pantalla parecida a
la de cinerama, alargada, más alta en sus extremos y que se estrechaba en el
centro. Ante ella, dos sillones muy extraños: descansaban en un soporte cónico
que se estrechaba al llegar al suelo, encajándose en una especia de guía sobre
la que se desplazaban cuando pulsaban unos botones ocultos bajo el brazo de los
mismos”.
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Los humanoides que Julio F. describió a los investigadores. |
La iluminación
parecía provenir del techo y le daba a toda la estancia una claridad brillante
que no deslumbraba. Dentro había un olor idéntico al del Hostal 113, por lo que
los investigadores dedujeron que el aroma a pino quizás fuera ozono. A todo
esto su perro Mus le acompañaba en la insólita aventura. En aquella sala había
otro humanoide que también le tranquilizó. Lo más curioso es que la habitación
estaba circundada por ventanas rectangulares por la que se veía el exterior
como si fuera completamente de día. Algo desconcertante fue el momento en que
Mus comenzó a “olisquear” a uno de los tripulantes y éste mostró cierto temor
ante las reacciones del can. Los humanoides le pidieron permiso para examinar
al perro cosa que hicieron en una camilla negra, que tenía una extraña
pantalla, donde al colocar al animal éste quedo paralizado. Le extrajeron
sangre de una pata con ayuda de una “jeringuilla” de color gris plomizo. Tras
esto, los seres comenzaron a manipular los controles de las “computadoras” con
una agilidad pasmosa, mientras Julio observaba en silencio. En total había 5
tripulantes, tres hombres y dos mujeres. Julio quiso saber entonces de donde
procedían los misteriosos visitantes: “Les
preguntó de donde venían, a lo que ellos respondieron con signos mentales -escribió
posteriormente Ribera en su libro Abducción (1988). El ufólogo catalán
explicaba que los símbolos: eran muchos
pero Julio recuerda principalmente 2 que recibía de forma insistente. El
primero parecía un 3 y un 7 unidos, y el segundo se asemejaba a dos paréntesis
enlazadas por un par de rectas (…) también cree haber captado una especie de
lambda y una jota al revés con un trazo vertical” .
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Julio F. afirmó bajo hipnosis que los humanoides le transmitieron telepáticamente un mensaje repleto de símbolos extraños (arriba a la izquierda). En el presente dibujo se ofrece también una visión de las silla y las "consolas" de mandos del platillo volador. |
De pronto en una
de las pantallas, tras escucharse repetidas veces un pitido, apareció otro ser,
de mayor edad, de 55 ó 60 años, que parecía ser el jefe de la tripulación. Conversando
en un idioma que parecía “alemán y chino” les daba unas instrucciones que
evidentemente Julio no comprendió, pues la “telepatía” se vio interrumpida en
el momento que comenzó a hablar el jefe. Tras el mensaje la pantalla volvió a
su transparencia.
En una de las múltiples
sesiones de hipnosis a las que fue sometido Julio, el testigo hace referencia a
un extraño episodio donde es paralizado y conducido “levitando” hacía un
habitáculo descrito como una “esfera transparente”, donde es desnudado y
sometido a un examen médico, con una bola metálica de la que surgen finos cables
que se introducen por todos los orificios de su cuerpo. También nota como le
extraen muestras con una jeringuilla de la espalda.
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Tanto el testigo como su perro fueron sometidos a un examen medico. |
Después de éste
episodio, Julio F. informa que la nave despegó y realizaron un corto viaje “fuera
de la Tierra”
que les hizo flotar ingrávidos por la estancia. El testigo indica que las
estrellas no parpadean, lo que sugiere a Antonio Ribera que Julio F. no miente:
“el parpadeo sólo puede apreciarse dentro
de la atmosfera terrestre, pues es debido a una refracción de la luz”. Al
regresar a tierra, después del pequeño periplo espacial, Julio decidió, como la
cosa más normal del mundo, fumarse un pitillo, ante lo cual sus anfitriones se
limitaron a solicitarle un cigarrillo para examinarlo, aunque el testigo invito
a uno de ellos a fumar, cosa que no hizo. El cazador confesó a los
investigadores que a falta de “ceniceros” depositó las cenizas en el suelo de
la estancia.
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Julio F. describió son sumo detalle el interior del platillo volador. |
En la última
parte del encuentro, los humanoides comenzaron a interrogar al testigo con
preguntas que le parecieron un poco absurdas, pues parecían ignorar muchas
cuestiones. Le interpelaron indistintamente sobre política, economía o la
propia caza de animales. Recelando de los seres, pues pensaba que le tomaban el
pelo, al hacer “preguntas tan simples” Julio comenzó a desconfiar y a sentirse
incomodo. Como intuyendo el malestar del testigo, los tripulantes del
gigantesco platillo volador le invitaron a abandonar la nave. Tras llegar a
tierra se encaminó hacía su vehículo y asombrado comprobó que arrancó a la
primera. Julio F. estuvo 3 horas en el interior de la nave. Hay que señalar que
los recuerdos conscientes del testigo se detenían en el momento que salió del
Hostal 113 y el resto fue recuperado totalmente gracias a las sesiones de
hipnosis a las que se sometió el testigo por parte del parapsicólogo José Luis
Jordán Peña, la hipnóloga Ana Mozo, Maite Pérez Álvarez doctora y bióloga y el siquiatra
e hipnólogo Dr. Jesús Durán. Referido al Hostal 113, el investigador José
Antonio Campaña comprobó, entrevistando al dueño del establecimiento, que el
local no abre antes de las 8:00 horas del domingo y que no tiene ningún
empleado de las características reseñadas por Julio. Personados en el lugar del
supuesto encuentro del testigo con el “platillo volador” los investigadores
tampoco pudieron encontrar ningún tipo de marca o huella anómala que indicara
la presencia de aquel enorme objeto.
Como dato
curioso, durante algunas de las múltiples sesiones de hipnosis a las que fue
sometido Julio F. este se “convirtió” en antena de los seres y los
investigadores pudieran comunicarse con ellos a través del testigo.
Tras conocerse,
en un primer momento, los pormenores del impactante suceso en la mítica revista
“Contactos extraterrestres” (1979) de la mano del investigador Enrique de
Vicente, en un articulo denominado “Examinado a bordo de un OVNI” la notoriedad
del suceso no se hizo esperar, siendo constantes, a partir de entonces, las
referencias a la supuesta abducción de Julio F. en reportajes y libros.
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El investigador Enrique de Vicente durante una entrevista con Julio F. (de espaldas) |
Pero sobre todo,
la inclusión del caso en un extenso capitulo en la citada obra de Antonio
Ribera, ilustrado profusamente con sugerentes y espectaculares dibujos,
contribuyó sobremanera a cimentar la fama de la supuesta abducción del cazador
español, incluso, a nivel internacional. Pero quizás el caso era demasiado
perfecto…
LOS ORIGENES DEL CASO: DESMONTADO A JULIO F.
Inexplicablemente,
la extraordinaria y asombrosa riqueza de detalles del incidente no hizo
sospechar ni recelar a los numerosos investigadores que se aproximaron al
relato de Julio F.. Quizás, esto fue debido a que el testimonio del cazador fue
“recuperado” mediante hipnosis y se descartaba, por tanto, cualquier indicio consciente
de fraude. Además la opinión favorable de los diferentes expertos y
facultativos que atendieron a Julio F. durante las regresiones hipnóticas apostaban
por la veracidad de su experiencia. No en vano, Enrique de Vicente en la citada
revista Contactos extraterrestres escribía lo siguiente: “La primera regresión hipnótica tuvo lugar en la consulta psiquiátrica
del Dr. Fernando Jiménez del Oso, que coincidió con la docena de médicos,
psicólogos, hipnólogos y estudiosos asistentes a la misma en la credibilidad
que les inspiraba el relato y la idoneidad con que Jordán condujo la prueba. A
la segunda sesión, realizada en el Colegio Menesiano madrileño, asistieron unas
50 personas, entre las que se incluían prestigiosos profesionales y
especialistas en las mas diversas materias, cuya opinión subjetiva, tras
asistir a las dramatizaciones con las que Julio revivía bajo hipnosis los
momentos mas intensos emocionalmente de sus experiencia, fue mayoritariamente
positivo.”
Curiosamente,
para empezar nuestra investigación, rescatamos un dato sumamente divulgado,
pero injustamente olvidado en nuestras fechas.
El caso de Julio
F. fue conocido por primera vez por José Luis Jordán Peña, controvertido
parapsicólogo madrileño, autor confeso del fraude de UMMO y las fotografías de
San José de Valderas. Tal y como escribía De Vicente en el mismo reporte: “la primera noticia del mismo la obtuvo el
propio Jordán. Había acudido a dar una de sus acostumbradas conferencias,
cuando llegó el obligado turno de preguntas, alguien le interrogó sobre las ya
citadas experiencias de quienes habiendo tenido un encuentro con OVNIS, y, en
busca de sus recuerdos perdidos, fueron sometidos a hipnosis, acababan
detallando sus veladas vivencias en el interior de aquellos. Aquel hombre le
pidió su teléfono al término de la disertación, para llamarle a los pocos días,
indicándole deseaba narrarle un suceso que le interesaría. Quedaron citados en
una cafetería y allí estaba su comunicante, acompañado de su hermano, Julio F.,
cuya identidad respetaremos.”
Al parecer
Manuel F. era aficionado a los OVNIs y había acudido a una conferencia de
Jordán Peña donde decidió hablarle de la experiencia de su hermano Julio. Por
tanto, no se podía pasar por alto con tanta ligereza, que el primer
investigador que habló con Julio F. fue el polémico creador confeso del
“affaire UMMO”. Además las primeras sesiones de hipnosis fueron llevadas a cabo
por el propio Jordán Peña. Así pues, era obligado realizar una relectura del
caso teniendo en cuenta la probable participación de Jordán Peña, en la
elaboración fraudulenta del supuesto cazador abducido. Y conociendo estos
pormenores las sorpresas no tardaron en surgir.
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El controvertido investigador José Luis Jordán Peña, autor confeso del caso UMMO, fue el "descubridor" del caso. El mismo se encargó de realizar la sesión de hipnosis... |
Evidentemente si
la mente de Jordán Peña estaba detrás de la trama de Julio F. el relato del
mismo, debía contener detalles que lo relacionaran con el asunto ummita, porque
quizás ese hubiera sido uno de los objetivos encubiertos del parapsicólogo en
la gestación de éste nuevo “experimento psicosocial”. Para empezar, las dudas o
sospechas que pudieran surgir sobre la veracidad del testimonio del joven
cazador fueron debidamente “contenidas” por el propio Jordán Peña, y así lo
recoge Ribera en su libro: “los tests
psicológicos a que fue sometido Julio revelaron un coeficiente intelectual
superior al normal, combinado con una personalidad perfectamente integrada, muy
equilibrada y en absoluto psicótico. Julio no es ni un débil mental ni un
fabulador ni un mitómano. Es por el contrarío, un hombre muy realista, muy
objetivo y, sobre todo, incapaz de mentir.
Esto es lo que han revelado los exámenes psicológicos. Y quiero recordar
aquí que quien se los hizo fue el meticuloso y escéptico Jordan Peña”. Por
tanto si nuestra tesis estaba en lo cierto, Jordán Peña elaboró una perfecta
coartada “psicológica favorable” para que todos creyeran a Julio F. sin
titubear.
Siguiendo esta
premisa, de la “tutela” del testigo por parte de Jordán Peña para ofrecer
información sobre UMMO, sería lógico pensar que si analizáramos detenidamente
el testimonio de Julio F. deberíamos descubrir numerosas “referencias” que lo
relacionaran con los polémicos visitantes de la estrella Wolf 424…
LA ALARGADA SOMBRA DE UMMO…
Las primeras
coincidencias con el asunto UMMO, la encontramos en el retrato que realiza
Julio F. de sus alienígenas, a los que define como “científicos y militares”,
esto concuerda con los pretendidos ummitas, que Antonio Ribera ha definido
hasta la saciedad como científicos en misión de exploración sobre nuestro
planeta y alejados por completo de cualquier tipo de mensaje mesiánico, tan
común en las experiencias de contacto OVNI. Además Julio F. menciona que el
aspecto físico de sus interlocutores “era nórdico”. Antonio Ribera en su obra
“Un Caso perfecto” (1969) dice que los ummitas tenían “aspecto escandinavo, o
sea altos y rubios”.
Así mismo, la
descripción que realiza Julio del extravagante camarero que lo atiende en la
madrugada, tiene ciertos rasgos ummitas.
El detalle de las manos de largos dedos, protegidas con guantes, recuerda a las
delicadas manos de los habitantes de UMMO. Antonio Ribera incluía en su libro “El
misterio de UMMO” (1979) información facilitada supuestamente por los ummita
que decía que: “las yemas de los dedos
nos son particularmente valiosas para la integración de esquemas vibromecánicas
por ser especialmente sensibles a estas frecuencias. Las palmas de las manos son
fotosensibles, aunque en menor grado que las muñecas. Eso nos impide realizar
con los dedos ciertos trabajos a los que ustedes pueden habituarse (…) en
operaciones tan inocuas para ustedes como presionar algunos pulsadores para
accionar ascensores e interruptores eléctricos”. Tanto el camarero como los
tripulantes del enorme “platillo volador” protegían sus manos con guantes en
todo momento…
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Los informes ummitas estaban repletos de dibujos detallados y símbolos extraños, muy similares a los descritos por Julio F.. |
La descripción
de Julio F. de las manos de los visitantes parece calcada del libro de Ribera: “Eran débiles y huesudas, muy frágiles como
de pianistas (…) diríase que nunca habían cogido un pico o levantado peso”…
Pero hay más
similitudes entre los humanoides observados por el cazador y los famosos
ummitas…
En las
regresiones hipnóticas Julio F. explicaba a los investigadores que mientras
conducía su coche una voz se intercalaba sobre la música proporcionándole
instrucciones:
“- ¿Qué has oído?.
- Una voz muy rara.
- ¿Cómo era?
- Gangosa.”
Curiosamente, los
implicados en la recepción de las misivas ummitas recibían unas no menos
misteriosas llamadas telefónicas por parte de unos extraterrestres de voz
gangosa…
José Luis Jordan
Peña confesó públicamente que: “utilizaba
un aparato distorsionador eléctrico, que me fabriqué yo mismo, y que daba a mi
voz, o a cualquiera que lo usase, una apariencia metálica o gangosa.” De
hecho era bien conocido por los seguidores del asunto UMMO que los ummitas
tenían muchas dificultades para hablar correctamente. Antonio Ribera en su
libro “El Misterio de UMMO” incluía una supuesta carta ummita que informaba
sobre esta cuestión:“una característica
verdaderamente discriminatoria, aunque no es privativa de gran parte de los
habitantes de UMMO, es el atrofiamiento, hacia la edad de los 16 años
terrestres, de la epiglotis, así como del músculo tiroaritenoideo y cuerdas
linguales (…) en gran parte de nuestros hermanos, los órganos de fonación están
hipertrofiados (cuerdas vocales) (sic) y nosotros supimos suplimos esta
esclerosis por medios artificiales de expresión”.
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Sospechosamente los humanoides de Julio F. compartían muchas semejanzas con los pretendidos ummitas. |
Conociendo estos
pormenores podemos realizar otra lectura sobre la opinión de Julio F. sobre la
forma de hablar de sus visitantes: “Resultaba
desagradable. Yo lo compararía con una mezcla de alemán y chino. Alemán, por lo
seco y gutural y chino porque era monosilábico. Desde luego no era un
espectáculo nada agradable oírles hablar. Aquellas gentes escupían las
palabras, los sonidos les salían como una tos (…) no emitían vocablos con las
cuerdas vocales, sino que éstos surgían impelidos por el diafragma.”. Aunque
más sospechoso aún si cabe, es el siguiente comentario de Julio F. que parece
dictado directamente por un entusiasta del asunto UMMO: “daban la impresión de tener problemas laríngeos o algo así”.
Y para mayor
desconcierto Ribera añade la siguiente nota:“En
cierta ocasión, hojeando el libro El enigma de UMMO, de Antonio Ribera, Julio
identificó, entre los vocablos ummitas, algunas de las palabras escuchadas en
la nave: la coincidencia nos impresionó a todos”. Menos a Jordán claro…
A titulo, quizás
puramente anecdótico, hay dos puntos curiosos en la narración de Julio F. que
al menos se deben reseñar para los puristas del dato. Primero, el hecho que el
testigo tras fumar en la nave, dijera que los extraterrestres: “me pidieron un cigarrillo, también con
fines de investigación”. Ya que existe un carta ummita, publicada en el
libro de Ribera “UMMO: La increíble verdad” (1985) que bajo el epígrafe
“Intriga en torno a las chimeneas toberas y cigarrillos”, los habitantes de
UMMO hablan sobre el tabaco de la siguiente manera: “no pueden ustedes figurarse el asombro que nos causó algo que para
ustedes es familiar, los pequeños cilindros en la boca de algunos humanos”…
Y segundo, en la
supuesta regresión hipnótica efectuada a Julio F., en un determinado momento,
cuando recuerda el itinerario realizado la madrugada de los hechos, el testigo
menciona un lugar muy conocido por los amigos de los ummitas: “Tomo la desviación hacia Madrid. ¿Qué
desviación?”- le preguntan. “La del
túnel, la desviación a Aluche”.
Aluche donde
supuestamente aterrizó una nave ummita el 6 de febrero de 1966… un caso con
huellas sobre el terreno “inventado” por Jordán Peña. En un reportaje titulado
"Ummo: sectas, ovnis, sexo y servicios secretos" (2001) el
investigador Manuel Carballal explicaba el asunto del supuesto aterrizaje OVNI
de Aluche:
"Tras hacer las huellas, Jordán entró dando
gritos en la finca El Regajal, e hizo salir a varias personas para verlas. La
voz se corrió por el barrio y algunos llegaron a afirmar haber visto una luz
extraña esa noche. "Me sorprendió a mí mismo -confesaría Jordán-
entrevistar a gente de Aluche que decía haber visto el OVNI que yo me había
inventado, pero que al contar eso podía disfrutar de su dosis de protagonismo
en la prensa".
¿UN “ACERTIJO” ESCONDIDO?
Todos los investigadores
y estudiosos que han conocido a José Luis Jordan Peña lo han definido como una
persona de gran inteligencia y cultura. Por lo que, no sería extraño, que en
todo el entramado de Julio F. hubiera incluido algún tipo de “acertijo”, a modo
de firma, para dejar constancia de su participación.
De hecho,
existen antecedentes de éste tipo. En el citado incidente de Aluche, cuando
ofreció su testimonio a la prensa, se identificó sólo por su segundo apellido para
ocultar su identidad. Durante años nadie supo que el famoso Sr. Peña, el
supuesto testigo del aterrizaje OVNI, era realmente Jordán Peña…
Volviendo al
caso que nos ocupa, durante su supuesto encuentro Julio F. preguntó a los
humanoides sobre su origen, y estos le transmitieron varios símbolos; “un 3 y un 7 unidos, y el segundo se asemejaba
a dos paréntesis enlazados por un par de rectas”. También había una especie
de “J” invertida con trazo horizontal en su centro y tres cruces. En el libro
de Antonio Ribera, “Secuestrados por extraterrestres”, se recogen algunos de
estos signos, y lo más desconcertante de todo, es que los símbolos dibujados
por el propio Julio F. se pueden combinar de una forma peculiar y muy sugerente.
Tal y como aparecen en la pagina 259, la “J” invertida, si se desliza hacia
abajo, conforma, junto a los “paréntesis”, el anagrama de UMMO. Lo curioso es
que Ribera en su libro Abducción reconocía que el símbolo de los “paréntesis”: “recordaba ligeramente el famoso signo de
UMMO”.
El reportaje de
Enrique de Vicente, incluía una información sobre los signos que no se repite
en los libros de Ribera. Según el director de la revista Año Cero los
extraterrestres informaron a Julio que el símbolo de los “paréntesis” era
similar al signo de la constelación de Géminis ¿conocían los extraterrestres
nuestros signos zodiacales?... Este dato es muy curioso y desconcertante en el
contexto general de la experiencia, ya que Julio F. señala que los
extraterrestres parecían saber muy poco de nosotros pero sin embargo conocían
el símbolo astrológico de Géminis e incluso el nombre del liquido que
extrajeron al testigo de la espalda; cefalorraquídeo.
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Símbolos dibujados por Julio F. y que supuestamente indicaban el lugar de origen de los extraterrestres.
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Si desplazamos hacia abajo la "J" invertida surge el símbolo ummita. |
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Este es el resultado de la superposición de ambos símbolos, si borramos las partes que no encajan... |
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Pero existen más
presuntas claves ocultas. Si sumamos los números 3 y 7 obtenemos 10. La décima
letra del abecedario es la J,
¿una firma de Jordán Peña?, cuanto menos interesante ya que no es la primera
“J” que aparece entre los símbolos. Pero todavía hay más. Julio F. mencionaba
la existencia de una figura formada por 3 cruces +++, otro anagrama “simplificado”
de UMMO.
Por tanto, está
meridianamente claro que el encuentro de Julio F. contiene algunos
“ingredientes” del affaire UMMO, pero agregados con cierta sutileza, para que el
caso no se vinculara “directamente” con este polémico asunto. Quizás la
prudencia de Antonio Ribera impidió que ambos paradigmas se fusionaran, o los
propios implicados decidieran dejar las cosas como estaban, a tenor del gran
“éxito” cosechado con su elaborado y “teatral” engaño. No en vano habían
conseguido engañar a un buen número de investigadores y profesionales de la
medicina. De todas formas, no deja de ser un dato a tener en cuenta, el hecho
que el veterano investigador Antonio Ribera no estableciera, en ninguno de sus
escritos, un claro paralelismo “reivindicativo” entre la abducción de Julio F.,
supuestamente uno de los incidentes “mejor documentados del mundo” y el caso
UMMO. A tenor que con este encuentro, tenía entre sus manos una mas que
convincente prueba de la realidad de los pretendidos ummitas ¿Por qué no lo
hizo?... quien sabe….
LA PENULTIMA
CONFESION DE JORDAN PEÑA
Conocedor de
parte de estas pesquisas, el periodista e investigador David Cuevas,
responsable del programa radiofónico Dimensión Límite acudió al domicilio de
José Luis Jordan Peña, en junio de 2013, para preguntarle directamente sobre su
posible participación en la elaboración del caso de Julio F.. Sus respuestas
confirmaron todas las sospechas. Aunque, sin recordar muchos detalles (hay que
señalar que Jordán Peña vive retirado de la vida pública tras sufrir una
trombosis cerebral en 1988) el famoso parapsicólogo confirmó a Cuevas que él
fue, el responsable intelectual del engaño. En la entrevista Jordán Peña rememoraba
los acontecimientos de aquellos años, afirmando que después de una rutinaria
conferencia sobre OVNIs, una persona del público se le acercó para narrarle una
supuesta experiencia de abducción.
Una vez en el
domicilio del parapsicólogo, el artífice de UMMO, un redomado mentiroso, no
tardó mucho tiempo en percatarse que aquel joven era un "fantasioso"
que estaba intentando tomarle el pelo. "Lo que esta contando es mentira"-
recuerda Jordán Peña que dijo cuando escuchó el relato de su interlocutor. Pero
lo más increíble del asunto es que decidió continuar con la farsa y ampliarla
hasta límites insospechados. "Con
Julio simulamos una sesión de hipnosis (...) yo le adiestro para que fingiera
una hipnosis (...) recuerdo que lo que mas impresionó es que veía que las
estrellas no tiritaban" recordaba a duras penas, ante los micrófonos
de Dimensión Límite Jordán Peña. Sin embargo en sus años mas proliferos el parapsicólogo
era capaz de todo para conseguir sus objetivos. Asi lo denunciaba Manuel
Carballal en su obra “Los expedientes secretos” (2001) cuando explicaba las
técnicas de “persuasión” que Jordán Peña empleaba para llevar a cabo sus
engaños, en esta ocasión con fines sexuales: “a través de un complejo y elaborado plan de manipulación de las
creencias, Jordán había convencido a ambas mujeres de que un supuesto maestro
hindú las había elegido para desarrollar una misión”.
David Cuevas le
preguntó al creador del affaire contactista mas popular de Europa si había
añadido al relato de Julio F. conceptos ummitas, y ante la afirmación rotunda
de éste, quiso saber el motivo: "clarísimo,
contribuir a fomentar UMMO"
|
Conociendo los descubrimientos del autor del reportaje, el reportero e investigador David Cuevas entrevistó a Jordán Peña y confirmó su participación en el montaje. |
David Cuevas
comentó al autor del presente reportaje que: “Mi opinión es que, aunque quizá sea pronto para sacar conclusiones, la
inclusión de elementos ummitas está más que probada y el hecho de que Jordán
Peña fuera el primero en tener acceso al caso y en "hipnotizar" a
Julio F, ya es lo suficientemente sospechoso como para dudar. Jordán es
culpable del fraude. Y quien sabe de cuantos más”.
Uno de los
investigadores que mejor conoce a Jordán Peña, Manuel Carballal, no dudaba en
realizar la siguiente valoración del polémico parapsicólogo al autor del reportaje en exclusiva para este reporte: "Pocos personajes han existido en la
historia del misterio en España tan terribles, siniestros y perniciosos como
José Luis Jordán Peña. Con una carencia de escrúpulos, compasión y
sensibilidad, que roza la psicopatía, Jordán Peña creó, a mediados de los años
sesenta, el fraude ufológico más importante de la historia. UMMO. Durante años
sacó beneficios de aquella mascarada, que probablemente comenzó como una broma,
sexuales, económicos y de poder. Y contempló, desde su atalaya, como personas
de todo el mundo, algunos “amigos” personales, se tragaban todas sus patrañas,
y llegaban a condicionar sus vidas, en base a las cartas ummitas que José Luís
Jordán Peña redactaba en la intimidad de su domicilio. Con infame crueldad
fomentó, una y otra vez, aquella ilusión, aquellas esperanzas, y aquella creencia
sincera y honesta en la presencia extraterrestre, de miles de apasionados por
los OVNIs en todos los rincones del mundo. Muchos de ellos se gastaron
auténticas fortunas, y la mitad de sus vidas, en seguir las pistas de UMMO en
España, Francia, Italia… ¿Cómo cuantificar el daño moral, económico y
psicológico que les infringió? Desde el principio José Luis Jordán Peña se hizo
un nombre y un lugar en la comunidad parapsicológica del Madrid de los años 60
y 70. Vicepresidente de la
Sociedad Española de Parapsicología, es fácil seguir su
rastro en las hemerotecas. Solo hay que echar un vistazo a las revistas
Karma-7, Psi-Comunicación, Algo, etc, de la época, para encontrarlo,
omnipresente, en los principales casos ufológicos y paranormales de la época.
Ahora confiesa su implicación en el caso Julio F., uno de los clásicos más
importante de la ufología española, manipulando el fraude en su propio
beneficio… una vez más. Pero apostaría la vida a que no es el único. ¿Cuántos
avistamientos OVNI, poltergeist, investigaciones paranormales, etc., de los
años 70 u 80 fueron intoxicados, cuando no totalmente fabricados, por esta
especie de Dr. Mengele de las anomalías? ¿Y cuántos de sus contemporáneos,
pecaron de complicidad o de omisión de su deber de contrastar la información
sosteniendo el protagonismo de Jordán Peña en sus revistas, libros o programas
de radio y/o televisión? ¿Debemos poner en cuarentena toda una época de la
investigación paranormal, por temor a que el cáncer Jordán Peña también hubiese
intoxicado otros casos? No, no se me ocurre una forma de cuantificar el
profundo daño irreparable que este siniestro personaje ha hecho a la
investigación de los fenómenos anómalos en España. Y cada vez que releo sus
artículos, en la revista oficial de A.R.P., la primera publicación relevante
del Movimiento Escéptico Organizado (MEO) no puedo evitar sospechar de malsanas
alianzas entre el gran engañador, y los pseudoescépticos, los principales
beneficiarios de todos y cada uno de esos fraudes".
Comprobado la
singular y casi patólogica personalidad de Jordán Peña y su afán de manipular y
engañar al personal, no es desdeñable pensar que al presentarse la oportunidad
de inventar un caso de abducción extraterrestre, organizara todo el asunto semanas
antes de dar a conocer, entre sus “colegas”, el caso de Julio F., en complot
con ambos hermanos. Su intervención directa en la investigación, dirigiendo las
primeras regresiones, le daría la ocasión de preparar y memorizar un “guión”
con el testigo. Donde las preguntas y respuestas estarían mas que ensayadas,
asegurándose que una buena interpretación de Julio F. acompañada de gestos y
emociones, provocarían el asombro y la credulidad de los integrantes de la
comisión de estudio. Los conocimientos científicos, de sobra acreditados de
Jordán Peña, junto a su innegable y poderosa imaginación añadieron los demás
pormenores del encuentro. Por ejemplo, el detalle de las estrellas, que no
parpadean observadas desde el espacio, y que aún recordaba el parapsicólogo
durante su reciente entrevista con David Cuevas, así como el nombre del líquido
extraído de la espalda del testigo, harían las delicias de los asistentes que
jamás imaginarían que Julio F. podría engañarles con aquellos datos…
José Luis Jordán
Peña era un erudito autodidacta en muchas materias tal y como lo definió
Enrique de Vicente en su citado articulo; “psicólogo,
perfectamente informado de dos mil y una materias científicas y técnicas,
tremendamente comunicativo y humano, discutidor incansable y empecinado, pero
abierto a todo”.
Recurrimos de
nuevo a Manuel Carballal que decía en su libro sobre los expedientes secretos
españoles: “las cartas de los ummitas, (…)
estaban llenas de tecnicismos y cientificísmos. Lo que pocos saben es que José
Luis Jordán Peña fue profesor de física y matemáticas en el Instituto de
Enseñanza Media Lope de Vega, donde dirigía precisamente el área de física.
Además, Jordán Peña siempre ha seguido puntualmente las publicaciones
científicas, y ha mantenido contactos con científicos de diferentes países”.
Esto explicaría
que las cartas de UMMO estuvieran repletas de supuestos “adelantos” técnicos “extraterrestres”,
pero que en realidad serían fruto y obra de la imaginación y creatividad
imparable de Jordán Peña. Pues bien, en el relato de Julio F. hallamos también
múltiples referencias a supuestos adelantos técnicos observados por el testigo
en su visita a la nave espacial, desde ventanas con “infrarrojos”,
“computadoras” de grandes pantallas transparentes, esferas metálicas con cables
“inteligentes” para reconocimientos médicos, sillones triangulares que se
deslizan sobre railes, etc…
La tesis del
“montaje” explicaría por qué Julio F. nunca quiso dar a conocer su verdadero
nombre, a sabiendas que participaba en un engaño.
Además es
sospechoso que una persona que quiera guardar su anonimato celosamente, se
prestase a narrar públicamente su experiencia en conferencias. Como hizo Julio
F., aunque fuese sentado de espaldas al público, o través de un micrófono,
escondido en una habitación en el Primer Simposium Nacional de
Ovniología/Ufología (Abril de 1979) y el
1 Congreso Mediterráneo de Ufología (Junio de 1979) respectivamente.
Lamentablemente
la persona que más podía aclarar las circunstancias de la gestación de este
embrollo, Julio F. falleció en un accidente de tráfico en 1992, poco tiempo
después que su hermano Manuel. Su muerte estuvo envuelta en cierto halo de
misterio ya que su cuerpo y vehículo aparecieron días después del percance. Con
dicha perdida se impide conocer todos los pormenores de este singular incidente
que durante muchos años fue injustamente etiquetado como uno de los casos de
abducción mejor documentados del mundo…
Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor . Propiedad de Jose Antonio Caravaca.
CUANDO VEIAMOS PLATILLOS VOLANTES...
El
24 de junio de 1947 el piloto civil Kenneth Arnold (1915/1984) a bordo
de una avioneta Callair colaboraba en las tareas de búsqueda de una avión
militar desaparecido cuando, sobre las 15:00 Horas, observó el vuelo de una formación
de 9 aeronaves muy brillantes sobre el Monte Rainier (Washington).
Posteriormente Arnold relató a los periodistas, que los objetos no eran aviones
convencionales, no tenían cola y eran muy planos. Aquellos extraños artefactos
que el piloto de Minnesota no supo identificar volaban aproximadamente a una
altura de 10.000 pies desplazándose a una velocidad estimada de unas 1.500
millas por hora (2.400 Km/h), con un movimiento parecido al que haría un plato
arrojado sobre la superficie del mar. Esta afirmación del piloto fue la que
llevó a la prensa a bautizar a los objetos como "platillos volantes",
al confundir los reporteros el movimiento de las aeronaves con su forma. La
primera nota de prensa emitida sobre el incidente describía algunos detalles
del avistamiento de Arnold, incluyendo este significativo y a posteriori transcendental
error: “Nueve objetos brillantes con
forma de “plato” volando a increíble velocidad a una altura de 3.000 metros
(10.000 pies) fueron reportados ayer (Junio 24, 1947) por el piloto Kenneth
Arnold en Boise, Idaho quien desestimó especular acerca del origen de los
mismos. Arnold, empleado del Servicio Forestal de los EE.UU. se encontraba
abocado a la búsqueda de un aeroplano perdido cuando observo los misteriosos
objetos el día jueves a las 15:00 hs. Los objetos volaban entre el Monte
Rainier y el Monte Adams en el estado de Washington, según afirmó, y parecían
hacerlo en formación. Arnold indicó haber cronometrado su vuelo y estimó que se
desplazaban a una velocidad de cercana a los 2.000 kilómetros (1.200 millas)
por hora. Interrogado en Yakima (Washington) acerca del suceso manifestó estar
perplejo pero añadió haber conversado con una persona que no identificó
procedente de Ukiah (California) quien le aseguró haber visto objetos similares
el 22 de junio sobre las montañas de
Ukiah. “Parece imposible, añadió Arnold, pero así es”. En Washington DC el Departamento de Guerra
manifestó no contar con información acerca del misterioso suceso. Un vocero del
Ejército, sorprendido por el reporte de Arnold acerca de objetos volando a
2.000 kilómetros (1.200 millas) por hora declaró, 'Por lo que se ningún objeto
vuela tan rápido, a excepción de los cohetes V-2 que lo hacen a una velocidad
cercana a los 6.000 kilómetros (3.500 millas) por hora y eso es demasiado
rápido como para poder ser vistos.”
|
Kenneth Arnold en su avioneta... |
En
un primer instante, y en contra de lo que pudiera parecer, por los efectos que
tendría posteriormente su observación, Kenneth Arnold nunca pensó que había
sido testigo del vuelo de naves procedentes del espacio exterior (léase
extraterrestres), sino que por el contrario, creía que había sido testigo del
vuelo experimental de algún nuevo prototipo de avión a chorro o misil de la
USAF.
Sin
embargo, la Fuerza Aérea Norteamericana, así como otras agencias
gubernamentales implicadas en la investigación del hecho, le comunicaran al
intrigado piloto que en aquellas fechas no se habían efectuado en la zona del
Monte Rainier, ningún tipo de prueba experimental. En una misiva que envió
Kenneth Arnold al Comandante en Jefe de la base de Wright Field Dayton
en Ohio se puede ver claramente su opinión inicial sobre el asunto: "Es
lamentable que no pueda proporcionar usted explicación a esos aparatos, pues
estaba convencido de que pertenecían a nuestro gobierno".
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Kenneth Arnold muestra a la prensa, en 1947, la forma de los objetos observados desde su avioneta. Aunque no se trataba ni de un "platillo volador" ni un "disco volante", la mayoría de los testigos posteriores al piloto de Minnesota observaron este tipo de ingenios voladores influenciados por la prensa de la época, que confundió la forma de desplazarse de las aeronaves vistas por Kenneth Arnold con su forma... |
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OVNI en forma de "platillo volador" observado en Idaho, el 13 de Agosto de 1947. El Sr. A. C. Urie junto a sus dos hijos, Keith de 8 años y Billy de 10 años, mientras se encontraban en el Lago Blue Ranch, en el Cañón Snake River, sobre las 13:00 horas, observaron un extraño objeto volador de 6 metros de largo por 3 metros de alto, que se desplazaba a unos 22 metros de altura y a una velocidad aproximada de 1.600 Km/hora. Los testigos, interrogados por agentes del FBI, indicaron que el artefacto era de color azul y en su parte superior poseía una potente luz roja. |
Posteriormente,
y con la noticia de nuevas observaciones, cerca de 900 avistamientos solo en 30
días después del relato de Kenneth Arnold, comenzó a extenderse las visiones de
platillos volantes por todo el planeta... y la denominada “Era moderna de los
platillos volantes” comenzó a gestarse hasta nuestros días. Aunque hay que
destacar, que hasta el año 1948 la hipótesis extraterrestre no cuajó ante la
opinión pública, creyéndose que quizás los mayores enemigos de los Estados
Unidos en aquellas fechas, los rusos, podrían ser los propietarios de aquellas
insólitas aeronaves…
Los efectos de la Distorsión
Lo
más desconcertante del incidente de Arnold, es que aunque el piloto aseguró
observar unos objetos en forma de “boomerang” o “media luna”, muy planos, sin
cúpulas, la mayoría de los avistamientos que continuaron a su relato
describían, sobre todo, artefactos en forma de platos, los archiconocidos
“platillos voladores” y además con ostensibles cúpulas. Este detalle es
sumamente interesante para nuestro presente estudio.
En
una entrevista emitida el 7 de abril de 1950,
por el periodista radiofónico Edward R. Murrow, Kenneth Arnold aclaraba
el error de los periodistas al describir su experiencia: “Estos objetos más o menos volaban como si (...) yo diría que, saltaban
como sobre las olas del mar (…) La mayoría de los periódicos entendieron mal
(...) Dijeron que yo dije que tenían
forma de platillo cuando dije que volaban como un platillo”. Aunque
curiosamente el 27 de junio de 1947, un teletipo emitido desde Pendlenton
(Oregon) recogía la información de forma correcta: “Kenneth Arnold, un veterano piloto e ingeniero de control de
incendios, se aferró tenazmente a su historia de que vio nueve aviones con
forma de media luna brillantes o misiles no tripulados volando en formación a
una velocidad de por lo menos 1.200 millas por hora sobre el monte”. Pese a
esto, la mayoría de los ufólogos perpetuaron, erróneamente, la imagen
iconográfica de que el famoso piloto había avistado 9 platillos volantes sobre
el Monte Rainer, afianzando así la creencia popular, imparable, con la ayuda
del cine y la ciencia ficción, de que estábamos siendo visitados por platillos
voladores tripulados por seres extraterrestres. Pero sin embargo, todo parece
señalar que en junio de1947, a raíz del encuentro de Arnold, se puso en
funcionamiento algún tipo de gigantesco “resorte” psíquico desconocido, orquestado
por un agente externo no identificado que entra en comunicación la mente de los
testigos, que hizo que miles de personas en el mundo observaran y tuvieran
encuentros cercanos con OVNIs. Después de la devastadora II Guerra Mundial, el miedo
a una contienda nuclear, la caída de ciertos valores religiosos y políticos,
aderezados con el auge de la ciencia ficción, pudo crear el perfecto caldo de
cultivo para la gestación de este mito
moderno, la visitación alienígena.
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El Diario de Burgos publicó el 30 de marzo de 1950 una breve nota sobre un incidente sucedido el día anterior, y que contiene notables semejanzas con el avistamiento de Arnold. "Según los informes que hemos podido recoger, a las 12:15 de la mañana, exactamente, hallándose en el aeropuerto el comandante jefe del sector de Villafría, don Esteban Ibarreche y el capitán don Salvador Ruiz Gómez Hedilla, jefe del servicio de meteorología, acompañados por el encargado del servicio de teletipos don Francisco Bescós Mombrano, sargento de transmisiones el ala volante producía un zumbido perceptible aunque mucho menor que el ruido de los aviones. La visión duró tres minutos y el artefacto, después de disminuir en velocidad notablemente, desapareció en el horizonte, internándose en las nubes, en dirección Sur-suroeste. Fíjese, cronometré el tiempo que pude tardar en buscar los prismáticos, exactamente tardé 35 segundos, pues bien, en ese pequeño lapso de tiempo, o sea hasta que volví a localizarlo, se había desplazado unos 10 Km. lo que, de acuerdo con los cálculos efectuados con el comandante Jefe de Sector del aeródromo, señor Ibarreche, hace suponer que llevaría una velocidad de 700 a 1000 Km. por hora. Insisto en que todos estos datos no son de rigurosa exactitud, sino relativos.”
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Pero
podemos ir más allá en este particular caso. Incluso podemos rastrear el
“estimulo visual”, según los parámetros de la Teoría de la Distorsión, que pudo
poner en funcionamiento un agente externo desconocido para recrear ante los
ojos de Kenneth Arnold la aparición de aquellas fantasmales aeronaves. El
piloto era propietario de una pequeña compañía dedicada a la extinción de
incendios llamada “Great Western Fire Control Supply”, y es muy probable que
hubiera leído la conocida revista “Popular Science” que en su número de enero
de 1947, ofrecía un reporte ilustrado en portada, dedicado a las “nuevas
maquinarias contra incendios”. En el interior de la revista también había varios
artículos sobre aviones y otras cuestiones relacionadas con la aviación que
pudieron llamar la atención de Kenneth Arnold para hojear o comprar el magazine.
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La revista Popular Science publicó un interesante reportaje que pudo "inspirar" la experiencia de Kenneth Arnold.
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En el interior de la revista había un amplio reportaje sobre un avión secreto del ejercito estadounidense, el XB-35. de aerodinámica revolucionaria y futurista, para finales de los años cuarenta... |
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A la izquierda, la imagen, a todo color, aparecida en la revista del prototipo de avión militar. A la derecha el OVNI observado por Kenneth Arnold. Las similitudes son mas que evidentes... |
Pero sobre todo, en las páginas de la citada revista se podía ver una
impresionante fotografía a color del prototipo de ala volante XB-35, un avión futurista
para la época. Dicha imagen pudo llamar poderosamente la atención del piloto y
quedar grabada en su memoria. ¿Fueron los objetos vistos por Kenneth Arnold una
distorsión de esta aeronave militar secreta?. Aunque esto es probable, de lo
que no cabe duda, y es un paradigma en sí mismo, es que la mayoría de los
testigos posteriores a Kenneth Arnold, influenciados por los titulares de
prensa de los primeros años, haciendo referencia a platillos voladores o discos
voladores, observaron un fenómeno que no tuvo inconvenientes en mutar su forma
externa, de ala volante a plato volador, debido a que principalmente se nutre del
inconsciente de los testigos sus creencias y anhelos. Y probablemente, la carga
iconográfica y mitológica de una posible naturaleza alienígena, venció a la “posibilidad”
de que se tratase de prototipos secretos soviéticos.
A
fin de cuentas, la visitación extraterrestre es tan sólo una “cortina de humo”
creada por un operador ignoto para conformar y ocultar su manifestación, que no
deja de ser una exquisita manipulación psíquica provocada por motivaciones
desconocidas.
Prohibido la reproducción total o parcial del material
incluido en el presente blog sin previa autorización del autor . Propiedad de
Jose Antonio Caravaca.